martes, 8 de marzo de 2011

Hoy aquí, mañana...¿quién sabe?

Los miedos se apoderan de nosotros, decisiones que tomamos por equivocación a sabiendas que estámos actuando mal e intentámos animarnos siempre con la mismas frases parecidas a "no lo volveré a hacer" o "por una vez no pasa nada" pero, volvemos a cometer el mismo error, y a veces, esa decisión errónea no nos puede hacer volver al inicio y llegamos a arrepentirnos toda una vida...
La mañana amanece oscura y aún me quedan ánimos para salir a desayunar en la cafetería de siempre y leer las barbaridades que suceden en el mundo, guerras, asesinatos y desacuerdos políticos...entre línea y línea del periódico se me cuela una pequeña pero fuerte conversación entre dos muchachos que me deja inmóvil y a la vez curioso por la pequeña distancia de las mesas, lo que me hace disimular que leo y me anímo a seguir escuchando dejándome abatido, apenado, pensativo...
Uno de los muchachos comentaba al otro el error grave que había cometido de mantener relaciones sexuales sin precaución con una persona del mismo sexo, cometió el mismo fallo tres veces con diferentes personas y que nunca ocurrió nada pero que esta vez el destino había puesto en su camino esa terrible enfermedad de la que mejor no pronunciaremos su nombre sólo basta decir que se basa en la ausencia de defensas.
El muchacho arrepentido, sollozaba entre la desesperación viendo como única salida la muerte y aunque los ánimos de su amigo eran fuertes también eran irremediablemente insuficientes, y, ¿qué decir en un caso así?, no hay palabras de ánimo existentes en cualquier lugar del alma, sólo un aprender a convivir con un error del que sólo tu eres dueño y señor.
Tampoco debémos recriminarnos continuamente lo que hacemos mal o peor, cuando el mayor castigo es recordarlo nosotros mismos cuando tenemos un momento excelente, ya sea con un amigo, un familiar o incluso un juego canino en el parque de al lado....es en ese momento cuando recibimos la visita del fantasma que habita en el lugar más recóndito de nuestro subsconsciente diciéndonos que no tenemos la felicidad completa y nosotros le pregúntamos el por qué no podemos disfrutar de ese instante sin tener que llegar a casa, meternos en la cama y pensar en nuestros errores....
Lo hecho, hecho está, así dice el dicho, debemos aprender a convivir con la desembocadura de nuestros errores, que algunos se olvidan, y otros marcan.
Es triste pensar que situaciones tan terroríficas como una enfermedad terminal, una enfermedad de transmisión sexual, y en general todas aquellas cosas que nos hacen pensar en abandonar el plano terrenal, nos hace valorar nuestra vida diez veces más y por lo tanto, disfrutarla y vivirla con más intensidad...
Creo que deberíamos amoldarnos a la vida, que no siempre es agradable dependiendo de las situaciones pero pensemos que estamos vivos, que seguimos aquí y es una excusa bastante suficiente para poder disfrutar y valorar lo que tenemos, sino, creo que deberíamos de hacer una visita a la planta séxta de aquel hospital donde veremos a esos niños, tan frágiles e inocentes pero siempre dispuestos a regalarnos una sonrisa y que uno de sus mayores regalos sería ver la calle al natural percibiendo sus olores y colores sin necesidad de observarlo todo por un cristal....un modo de vida impuesta e injusta que siendo tan diminutos tienen una ganas gigantes de comerse la vida disfrutando hasta el color más sencillo.... podríamos decir que disfrutémos al máximo de lo que poseemos, grande o pequeño, mucho o poco , porque hoy estámos arriba y mañana abajo, hoy aquí y mañana... ¿quién sabe?

Con cariño Sairo

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